La cena es la noche.
Siempre recuerdo la frase de Art Buchwald: "Los norteamericanos apenas empiezan a considerar la comida como lo han hecho siempre los franceses. La cena no es lo que haces por la noche antes de hacer otra cosa. La cena es la noche".
¿Alguien duda que la frase se pueda aplicar específicamente a los venezolanos en general?. Nos encanta salir a comer, hacerlo ya sea para ir a la casa de un amigo o para ir a un restaurant. Y el hábito encierra una mezcla de placeres: desde el pasarlo bien con amigos o simplemente pasarlo bien, y sí es posible, sabroso y bien atendido.
Hoy, anda pasando algo, se ven pocos dueños al frente del negocio de dar de comer bien, a precios razonables y con mesoneros que atiendan con profesionalismo. Entonces sucede que el gerente-encargado se suele concentrar en la parte administrativa del negocio que le confiaron, que nunca es un tema menor, pero descuida todo el resto.
Me contó la Sra. Xiomara que un día se tuvo que ir de un restaurant de pollos porque luego de discutir con el encargado sobre que quería su pedido en la mesa y no para llevar, apareció el encargado y le dijo: "mire, aquí, si Ud. quiere su pedido para comer aquí lo hace directamente desde la mesa, que en algún momento uno de mis mesoneros la atenderá...". La Sra. Xiomara , luego de explicarle que ella no había hecho el pedido desde la mesa porque se canso de esperar por un mesonero, decidió ir directamente a pedir su orden ya que este nunca llego, tomó a su hija del brazo y se fue.
No tengo la menor duda sobre que el responsable del mal comportamiento de un mesonero es, también, el dueño o quien esté a cargo del restaurante. Encima, pudiendo hacerlo, se niegan a contratar a alguien para que periódicamente se dé una vuelta por el lugar y, sin darse a conocer, chequee como andan las cosas. Es la actitud frecuente del dueño de un restaurant nacional: "¿qué puede ver que no haya visto yo?" Y así les va. Me refiero a que les va mal, pero por suerte, la atención en Venezuela brinda excusas permanentes para ocultar sus fracasos.
Anmari Cuevas
No hay comentarios:
Publicar un comentario