Editorial
El ser humano, curioso por naturaleza, siempre se ha intrigado ante cuestiones tan desconcertantes como qué pasa después de la muerte, a dónde van aquellos que abandonan este mundo o si es posible reunirnos con los que han partido primero.
Tal vez intentando dilucidar los misterios que se esconden tras la desaparición física, muchos han ideado métodos a través de los cuales, se ha intentado conectar con el más allá. Tal es el caso del espiritismo, doctrina que intenta descifrar la naturaleza, origen y destino de los espíritus.
Algunos otros “elegidos”, han tenido la posibilidad de contactar con lo que creen son entidades paranormales, a veces por casualidad y otras intencionadamente, a través de “psicofonías” o de “psicoimágenes”. Pero tal vez el método de contacto más utilizado y popular, sea el mal llamado “juego de la Ouija”.
En algunos casos, atreverse a experimentar sin conocer el peligro que encierran estos artilugios, puede ser de extrema peligrosidad para aquel, que ignorante de los riesgos, abra portales que luego pueden servir de acceso para cualquier “ente” Son numerosos los casos, por ejemplo, de posesiones demoníacas a partir de la práctica de la Ouija.
Tal es el caso verídico sobre el cual está basada la película “El Exorcista”. Cinta que además ha sido catalogada como maligna, por la cantidad de fenómenos anómalos ocurridos durante su filmación y la mala fortuna que parece haber caído sobre aquellos que de una manera u otra participaron en su rodaje. Pero ésta, no es la única película que ha sido tachada de maldita, otras como La Profecía, El bebé de Rosemary o Poltergeist, encabezan la lista del “cine maldito”.
Queda claro que muchas veces la realidad supera con creces a la ficción, y ni siquiera el más aterrador guión cinematográfico, puede ser comparado con los sucesos paranormales que muchos dicen haber experimentado.
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