jueves, 23 de junio de 2011

Una paradisiaca y serena aventura oriental
    La hora acordada cinco de la mañana, esperaba en el Terminal de Oriente bajo el frio  que penetraba mi piel, aún así la espera seria recompensada,  en pocas horas estaría disfrutando de unas pequeñas vacaciones.
Ansiosa tomé el teléfono llame a Jesica, el sonido del contestador me indicaba que dejará  un mensaje, mientras en el terminal se escuchaban ecos, Cumana saliendo, Barinas quedan cupos, un señor se me acercó y me dijo: ¿A dónde va señorita?, inmediatamente respondí: al estado Anzoátegui. Entraban y salían gente del terminal mis amigos no llegaban, veía el reloj con angustia, se acercaba la hora de partida, a lo lejos veo venir con pasos rápidos a Jesica, Juan  y María sudorosos se acercaron disculpándose por la demora.
Abordamos el bus,  limpio y espacioso, las butacas reclinables, nos esperaban unas cinco horas de recorrido hasta Puerto la Cruz. Le pregunte a Juan, si preparó la mochila con la ropa apropiada (pantalones cortos, franelas), la temperatura promedio es de 32° grados en el estado Anzoátegui.
Luego de hablar de anécdotas de otros viajes el sueño me venció,  cuando siento que alguien golpea mi hombro, era María me dijo, “levántate el bus hizo una parada en el Guapo”, y afirmó “Vamos al baño y, a comer arepas”.
Juan se dirigió a la arepera, nosotras fuimos al baño, el mal olor impregnaba el lugar, una señora en la puerta vendía trozos de papel higiénico por 2 bolívares fuertes. Un enorme tobo era el depósito del agua para lavarse las manos.
Olvide el escenario del baño, buscamos a juan en la arepera,  ahí Jesica y María comieron arepas, a mí se me quito el hambre, solo me tome un batido de lechosa. A rato escuchamos al chofer de bus llamando para abordar faltan unas dos  horas de camino.
Pegada a la ventana levantaba la cortina solo veía vegetación y carros en la carretera. Así transcurrió el viaje. Finalmente llegamos al terminal del Puerto  Cruz, tras largas horas de recorrido. En las afueras los taxistas gritaban, ¡taxi!,  tomamos el primero que vimos y nos dirigimos al  Hotel Colom cerca del  Paseo Colon.
Nos hospedamos ahí, buena la atención de los dueños, ambiente familiar una habitación grande con sabanas limpias, su precio  es de 250 bolívares fuertes, por  ocupación doble. Como llegamos a eso de las 3 de la tarde decidimos recorrer El Paseo Colon, donde el símbolo emblemático es  una cruz enorme, muy cerca del mar, en toda su extensión existen varios comercios, ventas de comidas, almacenes de ropa donde los dueños son árabes, heladerías y cafés.
Ahí vimos caer el hermoso atardecer, un vaivén de personas se paseaban en pleno boulevard, los artesanos ofrecían su más variadas mercancías (zarcillos  elaborados con conchas de cocos, collares de diferentes piedras y pulseras de coral).Entrada la noche  decidimos irnos a dormir, nos teníamos que levantar muy temprano para irnos a recorrer las hermosas islas.
Desperté a las siete de la mañana, levante a María, Juan y a Jesica, nos esperaba el paseo hacia las isla, debíamos ir al muelle de El  Paseo Colom. Llegamos a la taquilla donde vende los tickets para ir a las islas (El Saco, Puinare, El Faro), alrededor  observamos mucha basura, y uno que otro mendigo pidiendo dinero para comer. Haciendo un alto de lo que veíamos, no contrastaba con el mar azulado y la brisa costera de oriente. Seguimos hacia los pañeros, un Guardia Costero nos dio las indicaciones del uso de los chalecos salvavidas y las normas para la protección y conservación del Parque Nacional Mochima.
Llegamos a Puinare, sus aguas son cristalinas, pacíficas y el color varía entre turquesa y esmeralda, la arena bastante clara, y cuentan con servicio de restaurant, alquiler de toldos  y sillas extensibles. La isla tiene una estampa bellísima que se percibe desde el peñero antes de atracar en el muelle, emocionados nos quedamos impactado por el colorido paisaje marino.
En el transcurso del día jugamos volibol  de playa, bañados todos de protector solar, pese a que vamos a disfrutar del día soleado debemos protegernos de los rayos solares, Mientras maría se broceaba uno que otro buhonero le ofrecía lentes y sombreros playeros. No faltaron los vendedores de rompe colchón (Mariscos a la vinagreta con aliños. que según tiene poderes afrodisiacos) y las masajista playeras, quienes te invitan a darte un masaje por la suma de 100 bolívares fuerte la hora.
Caída la tarde contratamos un peñero, para que nos diera un paseo por las isla Chamara, nos fijamos en el Snoopy acostado (una isla llamada así por su relieve muy parecido al  famoso personaje de las tiras cómicas) y las formaciones rocosas de las ensenada de isla Chamana, donde los lugareños aseguran que se aparean las ballenas. Es muy profundo y la paz es absoluta. En las Canoas esta un habitad de tortugas así que la entrada está restringida y la isla de Cachimao es una malla de corales cuya entrada está prohibida. Estas islas están detrás del El Faro.
Culminado este interesante paseo, nos dejaron en el muelle de El Paseo Colon, nos dirigimos al hotel a planear cual será la aventura por la noche, además de los paseos a las playas, puerto la cruz cuenta con una vida nocturna variada, eso se lo contamos en otra historia.    
Carla Perales

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