Casa Vieja o Tesoro del Patrimonio Cultural
Hoy, he comenzado a sentir inquietud por tener mi vivienda propia y al contárselo a mis padres, me comentaron que mi tía Constanza, una viejita de 73 años, tiene su casa en venta. Aquella vivienda en la que pase tantos momentos felices de mi infancia, compartí tantos juegos con mis primos, su inmenso jardín repleto de árboles frutales, sus amplios pasillos, el techo de tejas, su sala con ventanales que permiten ver la calle, el porche, el zaguán…. con las bondades de esa casa, difícilmente encontraré una igual en venta.
Sin pensarlo mucho, me decidí contacté a mi tía para saber si el precio era accesible para mí, cosa que me parecía difícil porque seguro era altísimo. Al llegar allá, ¿Cuál fue mi sorpresa? ¡El precio era menor al de un apartamento tipo estudio! Al preguntar las razones de la venta, mi tía contestó que sus hijos piensan que es una casa muy amplia para una persona mayor, que debe vivir en un apartamento más pequeño y seguro, en el que las paredes no tengan humedad ni filtraciones y techos libres de goteras. También consideran que la casa es fea y está pasada de “moda”.
No intenté juzgar esos argumentos pero dentro de mí me pregunté ¿realmente esas son razones para venderla? La casa es antigua y esta en una parroquia que fue declarada patrimonio cultural venezolano en el año 2008 porque mantiene intacta su construcción, reconocimiento fue motivo de júbilo para todos sus pobladores en aquel momento, pero ahora, para los hijos de mi tía parece la principal razón para pensar en su venta. Mi tía por su parte, me platica de la tristeza que siente al pensar lo que dejará de lado, las pláticas con los vecinos que pasan por el amplio ventanal en el que se sienta a tejer en las tardes y a ver los niños jugar, “yo me río mucho al verlos, ahí juegan de todo, escondite, rayuela, yo-yo, gurrufío, perinola, trompo, incluso cuando mis vienen se quedan viéndolos mientras juegan con sus “aparatitos” porque parece que no saben jugar nada más” Tampoco creo que a donde me lleven ayudaré en las manifestaciones culturales que hacemos, parrandas decembrinas, los reyes mayos, carnavales, vía crucis, procesiones, la quema de Judas, las fiestas por el aniversario de la parroquia, porque sabes que eso no se ve en todos lados... comentó con los ojos llenos de lágrimas.
Al salir de casa de mi tía, sentí una gran nostalgia e indignación al preguntarme por qué una casa tan bella, amplia, que conserva su estructura original y que además es considerada Patrimonio Nacional, no es valorada por aquellos jóvenes que se criaron ahí, no recuerdan tantos momentos felices, jugaban junto a mí, cuando iba de visita, cualquier cantidad de juegos tradicionales, metras, trompo, perinola, la ere, la rayuela, volábamos los papagayos que realizábamos con la ayuda de nuestros padres. Esos juegos que pertenecen a nuestra cultura y tradiciones y nos hacen ricos por conservarla y popularizarla de generación en generación, poder hacer algo que hacían nuestros ancestros y que en ningún otro país lo van a hacer mejor que nosotros mismos. Entonces ¿Por qué los jóvenes nos empeñamos adquirir un apartamento de pocos metros cuadrados, dentro de un edificio en el que si acaso conocerás a tu vecino más próximo y en el que el mejor juego y amigo de mi hijo sea un aparato electrónico, si existen casas como esas en las que mi hijo, sin darse cuenta, se nutrirá culturalmente en cosas tan sencillas como aprender a jugar y a participar en manifestaciones culturales que a su vez lo divertirán?
Yasibit G. Flores M.
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