Más, muchas veces puede ser menos
El deseo de vivir más cómodamente o para muchos decentemente en las grandes urbes, ha provocado que sea necesario que los padres de familia salgan a trabajar con el fin de hacer más solvente el hogar, esto conlleva a una problemática social, debido a que al trabajar mínimo 8 horas diarias tanto el padre como la madre, el tiempo que se les dedica a los hijos se ve disminuido considerablemente provocando en ellos una serie de consecuencias negativas.
Este es el caso de Carlos Rondón, un joven de clase media al que nunca le ha faltado nada, todo gracias a sus padres quienes se han preocupado por darle todo.
Un viernes Carlos recibe el llamado de un amigo invitándolo a una fiesta para celebrar el cumpleaños de la nueva chica con la que éste estaba saliendo, él sin tener nada que hacer para ese día aceptó y decidieron encontrarse en el lugar. Llegaron al sitio, conocieron a las personas y entre tragos y conversaciones Carlos y su amigo se fueron animando, es decir, el alcohol empezó a hacer efecto en su cuerpo y en su mente, lo que ellos no sabían era que las personas con las que estaban compartiendo eran de malos hábitos, les gustaba consumir drogas y le ofrecían a la gente afirmándoles que eso no era nada malo simplemente una buena nota para terminar de disfrutar al máximo.
La debilidad de Carlos por sentirse solo, sin nadie con quien hablar y alejado de sus padres por trabajar tanto y no estar en casa, lo hizo caer en la tentación y aceptó las drogas. Así estuvo por mucho tiempo hasta empezar a sentir adicción por estas sustancias que lo alejaban aún más del mundo real.
Meses después los padres de Carlos notaron que algo andaba mal y decidieron hablar con él, en seguida se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo y aunque esto suene malo y preocupante no lo es todo, Carlos estaba esperando un hijo con una chica que en una noche en medio de las drogas y el alcohol tuvieron relaciones por supuesto sin protección.
La vida de Carlos cambió en solo unos meses, sin esperarlo y sin verlo venir. Debemos entender que todo viene desde los valores que nos dan en casa, la comunicación que tengamos con nuestros padres y sobretodo la confianza. Carlos es un chico que no supo qué hacer y recurrió a lo peor precisamente por falta de atención. Es verdad que se le debe dar todo a los hijos para que no tengan que pasar trabajo y para que no les falte nada, pero también es verdad que lo material no lo es todo, se necesita más corazón y más preocupación por lo que son, por lo que piensan y por lo que quieren los jóvenes.
En Venezuela existen muchas organizaciones encargadas en brindar ayuda a quienes sufren este proceso, tanto a familias como a la víctima en sí, la cruz roja de Venezuela nos facilita en su página web (http://www.cruzrojavenezonala.org/) una serie de teléfonos a donde nos podemos comunicar si conocemos a alguien que se encuentre en esta situación, a continuación serán expuestos los mismos, no dude en buscar ayuda.
DIRECTORIO TELEFONICO Y DE CONTACTOS ANTIDROGAS:
División de prevención de Drogas CTPJ (0212) 572.51.32/61.46
Investigaciones de Drogas CTPJ
(denuncias anónimas) (0212) 508.44.02/03
Fundación José Felix Ribas (0212) 752.97.57/48.82
Hogares Crea de Venezuela (0241) 67.30.08
Línea Antidrogas (0212) 731.23.23/34.64
Línea 800 Antidrogas 800-ANTID(264843)
División de prevención de Drogas CTPJ (0212) 572.51.32/61.46
Investigaciones de Drogas CTPJ
(denuncias anónimas) (0212) 508.44.02/03
Fundación José Felix Ribas (0212) 752.97.57/48.82
Hogares Crea de Venezuela (0241) 67.30.08
Línea Antidrogas (0212) 731.23.23/34.64
Línea 800 Antidrogas 800-ANTID(264843)
Fabiola Avilez
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