sábado, 23 de julio de 2011

QUEBRADA JASPE, MISTICA BELLEZA ANCESTRAL
L
as aguas cristalinas, de este destino refleja la mística y belleza con que la madre naturaleza trabaja en sus relieves. Pequeñas cascadas que se van intercalando en caídas escalonadas y cuyas aguas bañan las lajas de 300 metros de longitud que se envuelven en contrastes  de color rojo, negro y cobre, hacen de la Quebrada  Jaspe, o Kako-parú, en lengua pemón (lengua que hablan los indígenas que habitan la zona), un paisaje selvático único en el mundo.
Ubicada entre el poblado de San Francisco de Yuraní y cerca de Santa Elena de Uairén, en el kilómetros 273, a unos pocos metros de la carretera principal  Troncal 10, la Quebrada Jaspe representa una de las zonas más atractivas de La Gran Sabana, en el Parque Nacional Canaima, estado Bolívar.
En las pasadas vacaciones de Semana Santa, mi familia planeó ir a La Gran Sabana. No conocía el lugar mucho había escuchado de las experiencias de personas que lo conocían. Así fue que decidí ser parte de este viaje.
Salimos muy temprano de Caracas, aun no aclaraba. Mi cuñado Hugo quien conducía su camioneta, nos relataba a mi hermana y mi sobrino sus aventuras viajeras. Entre los cuentos y la música me dormí, al rato desperté,  observé a través de la ventana los hermosos paisajes: grandes montaña  y caminos rodeados de mucha vegetación.
Pasamos por las localidades de  Upata, Guasipati, El Callao, Turmero, Las Claritas, Piedra Virgen y San Francisco de Yuruaní.  Aunque  la vía esta asfaltada mi cuñado iba con precaución y mucho cuidado, hay baches, huecos en la carretera y parte oscuras por falta de alumbrado.
Llegamos al poblado de Santa Elena de Uairén. Nos alojamos  en el Hotel Augusta, se esmeraron en atención y servicio, ambiente familiar; cómodas habitaciones agradables y limpias. Cerca de restaurantes y tiendas de artesanía. 
Después de un descanso el viaje son unas 16 horas. Nos dirigimos hacia la Quebrada Jaspe, recorrimos un tramo con varias señalizaciones que indicaban el camino a la quebrada. Dejamos el vehículo para caminar y explorar la naturaleza. Para llegar a la quebrada debemos pasar por un pequeño sendero, tupido por el bosque verde y bajo sombra, en la travesía  sentía que estaba en el cuento de Alicia en el País de las Maravillas, antes de caer en el agujero, la selva jugaba con mi imaginación.
Fuimos al mediodía, los rayos del sol caen verticalmente sobre la quebrada, observamos un efecto visual de sobreexposion de colores, dándole  vida e intensidad a los rojos negros y amarillos que predominan en las caídas.
Tomamos previsiones en el trecho al sendero, es bastante húmedo y resbaladizo, llevamos zapatos deportivos anti resbalantes.
Al llegar quedamos impactados ante la belleza del lugar: Una  gran laja de 300 metros nos dio la bienvenida, el ruido de la caída de agua resonaban. Alegres nos vimos todos y decidimos disfrutar y relajarnos del paisaje ancestral. El agua apenas alcanzaba unos centímetros de profundidad. Nos acostamos en una enorme piedra color rojo. Mientras  observaba un cielo resplandeciente y las frías corrientes de agua me envolvían sin cesar.
Un spa natural, nos  relajados y recuperamos fuerzas, para seguir caminando. En el camino encontramos una pequeña cascada, tranquila y serena. Una distracción relajada donde el protagonista es la naturaleza y las aguas transparentes del lugar.
Los alrededores de la quebraba se viste con unos hermosos árboles de unos 20 metros de altura, forman una especie de túnel de vegetación y cuya superficie no termina de entrelazarse, haciendo una composición de luz natural, donde el sol ilumina el paisaje.
Lo más divertido e interesante de lugar es el tobogán de la selva, la actividad predilecta de los niños, mi sobrino se deslizo fascinado; igual nosotros nos deslizamos por su superficie nacarada y bien pulida por el paso del agua, disfrutamos al máximo de las formaciones del Jaspe.
Este fondo está conformado por un material semiprecioso cuya mezcla la componen el cuarzo cristalino y Sílice amorfo llamado Jaspe. La quebrada está formada  por una laja de Jaspe rojo y amarillo. No tiene arena ni piedras sueltas.
Es una locación serena y singular, en la que sentí  un intenso contacto con la naturaleza y aprecié las maravillas de la Cascada Jaspe. Debemos  cuidarla y mantenerla, no se debe llevar ni romper el Jaspe y menos botar basura en el lugar. Es un tesoro incalculable que debemos preservar.
Regresamos al hospedaje entrada la tarde. Planificamos la salida del día siguiente  y la próxima cascada a visitar, existen varias en La Gran Sabana, pero esa historia se la contaremos en otra oportunidad.





Carla Perales

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