Cuando el deseo no basta
Jorge, profesor universitario de 40 años de edad, sin saber cómo, se vio seducido por una alumna de su clase.
Sofía de 25 años de edad, estudiante universitaria, asistía continuamente a las clases de matemática que impartía el profesor Jorge, pero sin dejar pasar la oportunidad de poder estar más tiempo con el profesor que le atraía, le solicitó que le diera clases particulares, ya que se le hacía un poco complejo entender las explicaciones al encontrarse en el salón de clases y le aseguró que se le facilitaría entenderle de manera particular.
El profesor cedió por motivos económicos y de igual manera pensó que no causaría ningún inconveniente en aceptar dicha propuesta que le realizó su alumna Sofía.
De inmediato Sofía planificó los días que dispondría para estudiar matemáticas con su profesor comunicándoselo en ese momento, y confirmando la hora y estadía, que serían por la tarde luego de clases en casa de la alumna.
Los padres de Sofía estaban de acuerdo, y confiaron en Jorge el aprendizaje que necesitaba su hija para lograr la excelencia en sus clases.
Cuando Sofía abrió la puerta le dedicó la mejor de sus sonrisas, confiesa el profesor que sus labios lo volvían loco y hasta había tenido fantasías nocturnas con ella, pero realmente nunca intentó nada con su alumna, solo iba con pensar en enseñarle muy bien matemáticas.
No tenía en mente que las clases fueran impartidas en el cuarto de Sofía, lo que le puso algo nervioso por el interés que le había tenido a su alumna, de igual manera fuimos directo al escritorio, junto a una pizarra, ambos se encontraban cerca de su cama, luego saqué los libros y hojas para darle curso a la explicación.
Sofía se colocó a mi lado y al ver los ejercicios me comunicó que los conocía a la perfección, que ella lo que necesitaba era que le enseñara otro tipo de actividades, como actividades sexuales, por la gran experiencia que tenía por mi edad.
Fue difícil negarse, puesto que anteriormente había fantaseado con su uniforme universitario, una falda de cuadros por encima de sus rodillas y su blusa con los botones superiores abiertos, ¿cómo le iba a decir que no?, estaba muy confuso, me sentí nervioso, pero no dije nada.
Vi los libros y quise continuar con lo que pensé que sería mi tarde, una tarde de clases de matemáticas, pero su mano se posó sobre mi pierna izquierda, insinuando lo que realmente ella quería con su profesor.
Sus manos fueron en dirección a mi pecho, con las que me empujó hasta su cama, se lanzó encima de mí y comenzó a hablarme en el odio, pidiéndole que le enseñara cosas nuevas, que experimentara con ella mi gran conocimiento.
Era imposible decirle que no quería hacerlo, porque realmente mis ojos se dirigían en torno a su cuerpo, lo que me llevó a besarla y acariciarla poco a poco, al pasar a desnudarnos completamente noté que no pude mantener una erección suficiente para una actividad sexual satisfactoria, lo que me hizo pensar de inmediato que presentaba una disfunción eréctil.
Realmente no había pensando que me podría pasar a mí, puesto que he tenido una actividad sexual muy activa y responsable, pero desde hace unos meses había pasado por la misma situación, la incapacidad de poder mantenerme erecto para el acto sexual, indudablemente estaba pasando por eso.
En mi mente hubo un vacío por lo sucedido y posteriormente alejé a Sofía de mí para poder vestirme y marcharme a casa. Sofía sorprendida quiso alentarme y repitió constantemente que había solución para la impotencia de la erección que sucedió en ese momento. Solo pensé que debía asistir a un especialista, que sería la única persona que podría darme respuestas verdaderas.
Y así fue, asistí al Dr. Carlos Rojas, médico urólogo de los consultorios Rescarven, quien me comunicó que “para muchos hombres la respuesta es tan simple como tomar una pastilla, ejercitarse más, perder peso o dejar de fumar, todo puede ayudar”.
También me explicó que el viagra, es un medicamento que se receta para ayudar a los hombres que padecen de esta deficiencia de erección, pero de igual manera se deben seguir las indicaciones y a pesar de que se tome el medicamento se necesitará de un estímulo físico y mental, cuando no solo basta el deseo de tener una erección.
Jorge más aliviado por la información que obtuvo, decidió optar por las recomendaciones que indicó su médico, para así poder continuar con su actividad sexual tal como lo había dejado en el cuarto de su alumna Sofía.
ALICIA DOLANYI
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