viernes, 22 de julio de 2011

UN CHICO COMÚN, MACA PAUTA EN CINE Y TEATRO.

Un caraqueño de 43 años y 24 en el mundo del teatro. Su nombre propio, Luigi Sciamanna, intérprete y director. Y es por eso que durante las últimas semanas ha ganado premios importantes: el Municipal de Teatro de Caracas, por encarnar al filósofo neonazi Martin Heidegger, y en el Festival de Cine de Mérida, al revivir al pintor Armando Reverón. (Según la pagina del Universal)
            Sciamanna no esperaba que, hacia el año 1986, estando una mañana parado en el pasillo de la Escuela de Artes de la UCV, pasó corriendo Manuel Barreto quien le gritaba en su agitación,  si no se presentaría a las audiciones de Ugo Ulive para entrar en su taller de teatro. Manuel se detuvo, y le indicó a Luigi el sitio y la hora y allí comenzó una buena parte del todo. Adiciono con Nuntius, texto breve que ya había escrito en esa época. Quedó, y el 3 de junio de 1987 a las 6 de la tarde, en única función y con entrada libre, se presentaba en el Auditorio de la Facultad de Humanidades en Nuestro Hamlet, versión libérrima de Ulive inspirada en Shakespeare y en Tom Stoppard.
Un mes después, el 16 de julio, debutaba oficialmente en Juan de la Noche de Alicia Álamo Bartolomé, dirigida por Ulive. Este montaje no sólo significó su estreno como actor, sino que le abrió las puertas a toda una generación de actores. Su primer sueldo: cuatro mil quinientos bolívares.
            El debut de Sciamanna en el cine fue otra cosa. Como actor, comenzó casi como la actuación en el teatro. Si el mensajero del teatro fue Manuel Barreto, el del cine fue en este caso una vestal, Mimí Lazo. Acabában de terminar la temporada de El dorado y el amor de Ulive, dirigida por Antonio Costante para la Compañía Nacional de Teatro, allá en la esquina de Cipreses. Una tarde le tocó llevar al teatro al maestro Fernando Gómez porque se le "espichó" un caucho y no tenía tiempo de repararlo. Cuando llegaron al Nacional, una tarde de septiembre de 1994, se quedamos dentro del automóvil conversando y protegiéndose de una garúa. Entonces apareció Mimí Lazo que, desde lejos, venía gesticulando de manera pomposa. Llegó hasta ellos y literalmente lo sacó del vehículo y lo llevó a su camerino. Allí, de su cartera, extrajo el famoso modelo de teléfono celular de ese año y que todos conocían como "el zapatófono", en homenaje al Superagente 86, Maxwell Smart. Mimí hizo una llamada y le insistía a su interlocutora que ella "había encontrado al actor, que lo tenía en frente y que se lo enviaba ya para que la interlocutora me conociera". En ese momento Scianmanna comenzaba ya a tener un poco de calvicie, había aumentado unos seis kilos para la pieza de Ulive, tenía el cabello largo, estaba sin afeitar, con unos tenis gastados, un pantalón de mono usado y una franela vieja. Era la pinta perfecta para no obtener ni una aparición como extra, pero Mimí anotó una dirección en Los Palos Grandes, la colocó en sus manos y lo mandó. No había derecho al pataleo.
 Al llegar, entró y le hicieron un casting policial: mirando a cámara, sosteniendo un cartel con su nombre, dando frente, perfiles y habló un poco sobre quién era, con quién se había formado. Pasaron a su escritorio. Decretó entonces: "Acabas de hacer la prueba para el papel principal de la película que se va a hacer sobre Antonio José de Sucre" y con esta concisa frase, extrajo una carpeta con fotocopias de retratos del Gran Mariscal. Para un joven actor de teatro, de 27 años, desconocido para el público, y con aquella pinta de desempleado, que se le adjudicara un papel protagónico en una película lucía impensable. Sin embargo, al día siguiente fue citado a las 2 de la tarde para conocer a Alidha Ávila en su casa y a las 6, entrando la noche, salió con el guión bajo el brazo y el personaje entre pecho y espalda.

FABIOLA VIERA

EL NUEVO CINE VENEZOLANO Y REVOLUCIONARIO

No hay comentarios:

Publicar un comentario